Cierto día, allá por 1992, dentro del estadio del Club Abanderado Grandoli, se pudo ver a Messi golpeando el balón contra la pared y recibiéndolo él mismo en la grada, una práctica habitual cuando se tiene el balón solo. De hecho, Leo se había apegado a la pelota cuando sólo tenía 3 años. El club no estaba muy lejos de la casa de Messi, ya que sólo había una diferencia de 1,5 km entre ambos.
Aquel día, Grandoli tenía un hombre menos, así que su entrenador, Ricardo Aparicio, decidió dirigirse a Celia, la madre de Messi, para preguntarle si podía hacerle jugar. Ella se mostró reacia, alegando la diferencia de edad, la altura y su falta de experiencia, pero su abuela impulsó la decisión de hacerle jugar, y así fue.
Según dijo Aparicio, el primer balón que recibió fue a un lado de él y lo vio pasar, pero la segunda vez que recibió el balón, lo recibió con el pie izquierdo y regateó a todo el mundo, dejando constancia de lo bueno que era desde el principio. Y como dato curioso, después de Aparicio, su padre Jorge Messi fue el entrenador de Grandoli.
La gente decía que había nacido el nuevo Maradona, y ciertamente Messi cumplió con las expectativas, ya que su equipo solía ganar por una gran diferencia y con muchos goles también de su parte, aunque Ramón Min, un periodista deportivo holandés administrador de @MessiStats_ sólo ha podido recoger 5 goles de su etapa en Grandoli.
También ganó algunos trofeos en Grandoli, uno de ellos es este:
Un día, su padre no pudo pagar la entrada, y por tanto no pudo entrar en el estadio, así que esa sería la última vez que Messi vistió la camiseta de Grandoli. Después de eso, se trasladó a Newell's Old Boys, teniendo una carrera maravillosa, y tras trasladarse a Barcelona en septiembre de 2000, el resto, como dicen, es historia.
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